miércoles, 28 de julio de 2010

Rocío de Constelaciones

 Para mi amiga
  amazona
Rocío González




Pide el ocaso que navegues
hacia el risco de voz inefable
a la altura de una aurora
                             (que cante)
humedecida por tus fulgores
y lloverte noctámbulos ríos
en tus praderas dilatantes:

Forastero por tus cuencas
fecundas... aspirante...



Ascensión por aristas trepidantes
                                de dichas y ocasos
que conducen a tus constelaciones.



lunes, 12 de julio de 2010

En la oquedad del instante...

                                        
                                                                                                         Al arribo del forastero
                                                                         espejo de los adioses
                                                                             y carne de renuevos...


 

En la oquedad del instante,
nuestras sombras se reclinan,
en la nervadura de un murmullo
                 redondo
presencia tímida y constante,
es la muerte luminosa,
que anuncia otras imágenes,
en el prisma de las hendiduras,
que (a)guarda la impúbera
                 
                flor de los cerezos.





Andrew Wyeth

Wind from the Sea

1948






jueves, 8 de julio de 2010

Lo Simultáneo


Crepúsculo con ademán de paraíso
como el lenguaje en el rocío del olvido.
Ser entre sombras con párpados lumínicos
y percibir lo simultáneo oculto.
Amoroso límite del tacto en el infinito.
Un otro: Abismo inmarcesible en el furor
con otro tiempo estrujando la pequeña muerte.



7 julio de 2010


 

lunes, 5 de julio de 2010

Soledad Alada

Este es un texto absolutamente distinto a los poemas que escribo -los cuales, me dicen, son crípticos, entre otras cosas-, a los ensayos que algunos ya han leído -también se accede a ellos desde este espacio. 
El lenguaje proviene de un discurrir frente a la página en blanco. Mis poemas no los publico. Es la primera vez que muestro algo de esta índole.  Un algo que simplemente se suscitó:


Mi soledad tiene alas.
Veo puertas que no tienen llave,
las hay abiertas y mustias,
algunas entreabiertas y temerosas;
otras me llaman, sin importar
si son recelosas, ni su cerrojo con llave.

Creo en la muerte de la ausencia
y en la palabra que engendra imágenes;
vislumbro presencia cristalina,
en la aspiración porosa
que nos contagia de un nosOtros.

Desconozco el transitar
de tu memoria -hoy- oculta
y la historicidad de tu tacto.
Cuáles son tus heridas,
qué huellas son las nuestras
a las que podemos no conceder
el hubiera y en otra hueste sabernos.

Sé de la distancia que bifurca los senderos
del querer en la enconación del anhelo.

La distancia se hace corta entre mis dedos.
En mi trama soy tejedora de umbrales
en la urdimbre de mis ensueños.

Me sé en la constancia de los adioses
en la presencia fugitiva e imantada
que es mi mirada, que llama y convoca
que precipita y se adueña de la imaginación,
la palabra presurosa y vacía, hueca a mi oído
y a mi carne, sorda y muda a esas palabras.
Cuerpo de ausencias que inasible se convida...
no alcanzan las aristas de mi arquitectura barroca.

No sé de pozos pero vivo en la oquedad
de lo posible... Arrojo por Ser: Río de distintos nombres
con la mirada de antílope y el brío de mis pulsiones
que celan otros peces al ver mi asalmonada cadencia
en el flujo del pensamiento que, a veces, acalla un canto
y en puros adentros me torna: Ignota ínsula sensible
de penumbra y crisoles que me devuelven mi sombra
en la franqueza de la entrega en el saberme una otra.

Mi laberíntico pensamiento, mi memoria extrema,
mi racionalidad constante, mi fulgor entre dos nombres,
mis avatares que desconoces, mis imágenes
puente a lo que he sido y alteridad en lo que (no) soy.

Yo tengo alas, mi soledad a la terredad no es fugitiva.
Tampoco han existido cómplices. La persistencia es mía
de desdoblarme y anegarme entre microficciones.

Incesantemente presencia de ausencias
irreductibles a lo que no es mi carne.
Serán los adioses, será mi llama, será mi penumbra,
será mi misterio (que convoca y asusta)…
figura del adorāre: Amada y temida.

Seré umbral a mi propia llama y penumbra,
a mis incendiarios signos que aún desconoces.

4 de julio de  2010
Edith León